Dice creer que otra vez vuelve a enamorarse y sentirse diferente a todo lo demás. Que anda vestido de rojo, el color del amor, y que lo luce alegremente. Sus pensamientos se basan siempre en la misma mentira, tratando cada vez más de convencerse a si misma de falsarias palabras que, al menos, le llenan el alma de felicidad.
Aquellas letras que conjugan entre ellas y que describen su estado anímico actual, son aquellas que uso conmigo cuando me tenía de rehén. El odio y la ira se juntan nuevamente creando en mi interior una ignición, un asco intolerable, un capricho ignorante y una lagrima dulce escapa por mi ojos. Resbala y vuelve a caer sobre mi boca impalpable. Ya no me duelen todas las cosas que ayer me podían molestar.
Pienso, esta vez, estar impasible, insensible, incapaz de padecer dolor. Esto parece ser imperecedero e inalcanzable, hasta iluso. Algo me dice que de a poco me voy a ir desprendiendo de todo esto y entonces esperaré que llegue aquel día en que yo ya no recuerde ni tu nombre.
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